
Un taxi desde makati a intramuros por 3 euros y listos para comenzar el turismo. Esta parte de Manila es muy curiosa puesto que la herencia de la época colonial española hace que parezca cualquier barrio antiguo de una ciudad española cualquiera.
Las frecuentes iglesias y monasterios todos de nombres españoles y las calles que se encuentran cerradas por la muralla, llenas de casitas coloniales hacen de esta visita una de las mas entrañables de la ciudad.
No nos dio tiempo a visitar mucho mas. Enseguida comenzó un precioso atardecer, de esos tan bonitos que siempre pone Daphne en su facebook que se ven desde su ventana.
Esta vez nosotros lo pudimos ver en directo desde arriba de la muralla, donde muchas parejas y familias se sientan a esperar el ocaso, fascinados por tal evento, como ha ocurrido siempre desde el inicio de los tiempos.
Tampoco nos quedamos hasta el final puesto que no queríamos que se nos hiciera de noche antes de poder coger un taxi de vuelta. Habíamos quedado a cenar con Jiggy y Daphne y aun teníamos que pasar por casa a arreglarnos. Caminamos fuera de intramuros y cruzamos un parque (lo siento, no recuerdo el nombre). Estaba tan concurrido que tenían que poner carteles de entrada y salida para dirigir a las masas de gente. Lo cierto es que de todo Manila es el único espacio verde que hemos visto dentro de la ciudad y debe ser así porque esta lleno de familias disfrutando de las fuentes de colores y una tarde al aire libre sin humos (relativos).
De vuelta el taxi nos costó 6 euros (300 pesos). No es que hubiera mucho mas trafico, pero aprovechan que hay menos taxis disponibles y que todo el mundo que estaba en el parque se pone de acuerdo para volver a sus casas y muchos de los taxis deciden no pararte o directamente te dicen que no quieren llevarte a makati, probablemente porque estaba cerca y buscaban carreras mas sustanciosas. Los únicos que paraban pedían precios fijos del doble de una carrera normal, pero aun así, 6 euros tampoco nos pareció excesivo.
Ya en casa y con los deberes hechos, y bien arregladitos, nos fuimos a cenar a otro de los centros comerciales mas grandes y concurridos de Makati. Curiosamente íbamos a cenar en el mismo Bar/restaurante/club en el que nuestro gran amigo Borja empezó sus días como DJ y donde conoció a Daphne. Os dejo la foto de la mesa donde pinchaba. Ha sido como visitar un santuario. El Bar se llama M Café y su signature cocktail es el famoso “The M”, a partir de ahora mi bebida alcohólica favorita. Un vodka macerado en melón con zumo de piña y kalamansi hacen de esta delicia un licor inolvidable. Myriam en cambio se decidió por un mojito de lichies que tampoco estaba nada mal.
Poco después llegó Jiggy y pudimos disfrutar de una estupenda cena de comida tradicional filipina en el Kabila, dentro del M Cafe.



Después de la deliciosa cena, paseamos un rato hasta el único bar que vimos abierto. Demasiado ruidoso para tomar una copa dentro y demasiados mosquitos para tomarla fuera, redujeron la noche y nos fuimos al hotel temprano, con ganas de mas Manila. Volveremos.
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