domingo, 28 de diciembre de 2014

De camino a Bohol y Panglao

 Tempranito por la mañana, porque ya conocemos el tráfico de Manila, salimos en taxi para ir a la terminal de vuelos domésticos del aeropuerto Ninoy Aquino. Resulta que llegamos enseguida puesto que el aeropuerto está tan dentro de la ciudad que su terminal se confunde entre las casas del vecindario. 

Allí tampoco había nada que hacer ni mucho duty free que visitar, así que salimos de nuevo a la calle y estuvimos desayunando tranquilamente en un puesto callejero mientras se hacia la hora de volar. Un rato mas tarde ya estábamos caminando por la pista hacia nuestro avión de Air Asia, que nos llevaría a Bohol. Bohol es una isla curiosa, llena de montañas que llaman de chocolate, y pequeños monitos de ojos saltones. Intentaremos ir a verlos a lo largo de la semana. 

Nuestro hotel y donde pasaremos la noche vieja está situados en la parte sur de la isla. En realidad es otra isla anexada a la primera por un puente. Se llama Panglao, y dentro de ella está la famosa Alona Beach, reducto de mochileros de pasta y otros espécimenes mitad turista sexual, mitad me jubilo con mi amante asiática en este paraíso y formo mi propia familia. 





Desde el avión de puede ver muy bien la orografía del terreno y si no fuera por las turbulencias, hasta diría que fue un viaje bonito. El aeropuerto de llegada, mucho mas pequeño que el de salida, tenia una sola pista tanto para despegue, aterrizaje y transito, y la entrega de maletas casi la hacen a pie de pista según salen del maletero del avión. 

Desde aquí hasta Alona Beach hay un largo recorrido de 30 minutos en otro motocarro característico de esta isla. Parecido al trike de Banaue, pero con mas capacidad, cobertura y hasta maletero. Pero la misma motillo de 125 a la que hay que suplicar en las cuestas que no se venga abajo. 







Y lo cierto es que a los 15 minutos pinchamos la rueda y tuvimos que bajar para llevarla al taller y poder continuar camino. Y así llegamos a nuestro hotel, en primera linea de playa y con unas vistas espectaculares. Bohol Divers resort. Por fuera es una pasada y cualquiera diría que hasta de lujo. 



Por dentro es como si hubiera sido abandonado hace 20 años y lo hubieran rescatado unos pocos locales de la zona, poniendo un poco de esto y de lo otro para que siga funcionando, pero sin modernizar nada ni reparar lo que se va rompiendo. 

Así nos pasa que no tenemos luz en el pasillo, las sabanas tienen agujeros y el colchón es una colchoneta de playa, pero que se le va a hacer. O había otra cosa por la zona en estas fechas de temporada alta y al menos está en primera linea de playa y tiene agua caliente y aire acondicionado. 

Lo que si que es un desastre es el club de buceo del hotel. Ya he bajado dos veces y nadie sabe darme información de nada y por lo que he visto no tienen casi clientes. Que paradoja un resort de buceo con un club que se viene abajo a la vez que el hotel se cae a pedazos. Pero hay cientos de clubes de buceo a lo largo de la playa así que organizaremos algo para mañana. 

El día nos regaló un bonito atardecer con puesta de sol totalmente gratis sobre una playa espectacular y un mar de ensueño, que es lo mas precioso de todo y por lo que vinimos a este país tan chulo.










Antes de terminar el día nos dimos un paseo por la zona y descubrimos un puesto de helados de lo mas variado, pero casi ninguno conocido.










Así los sabores mas comunes son el Mango, coco, ron , guanabana, o el aguacate, pero hay otros como el Ube, que es una especie de patata de color morado y sabor parecido al turrón, el pandan que es una hoja que se utiliza para dar el toque avainillado al postre tipico tailandes del mango sticky rice, el gengibre, el calamay o el malunggay.... Hoy nos decidimos por Ube y Pandan. A ver si nos da tiempo a probarlos todos. Mañana buceo... y otro helado. 

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