
Y por fin dejó de llover. La alerta de Typhon ha sido cancelada oficialmente y de nuevo vuelve a lucir el sol. Aunque el mar sigue muy bravo y las opciones para volver a hacer buceo se agotan, seguimos conservando una ligera esperanza para mañana.
Hoy el plan era bien distinto. Alquilamos una motillo por 400 pesos (unos 8 euros/día) para ir a Corelia a ver los monos Tasier. Hay otra zona de monos más famosas, pero nos dijeron que había habido inundaciones allí la anterior noche y que no se podía llegar, así que habiendo otra opción, preparamos el petate y marchamos en busca de alguien que nos alquilara una moto.

El primero que encontramos nos dejaba una moto con el dibujo de las ruedas casi liso, y con las lluvias que han caído era casi un suicidio coger una moto así. La segunda que probé tenía un embrague casi inexistente y las ruedas delgaditas como una bicicleta. Por fin encontramos una con 4 marchas pero sin embrague ¿? Ya, yo también flipaba. Semiautomática según la llaman ellos. Con las ruedas casi nuevas y frenos ok.

Luego nos dimos cuenta de que los amortiguadores fallaban, pero el dueño se llamaba Lando, y a un flipado de la guerra de las galaxias ese tipo de detalles no puedes pasarlos por alto, así que le alquilamos su halcón milenario y partimos rumbo a Corelia.
Nos hemos dado cuenta de que en este país las distancias no se miden en kilómetros o millas, sino en horas de viaje. Igual estás a 30 kilómetros de un sitio pero tardas dos horas, mientras que en otra parte del país esos 30 kilómetros los haces en 15 minutos.

Así que no me preguntéis a cuanta distancia está Corelia de Alona Beach, porque lo único que sé es que más o menos está a hora y media en moto. Y tampoco es que se pueda correr mucho por las carreteras... los frecuentes agujeros, baches y sobretodo el asfalto ondulante, hacen que te pases medio camino botando como una pelota, esquivando fosas abisales más que agujeros y yéndote al arcén cada vez que viene de frente un camión adelantando a un autobús o similar. Puede parecer divertido, pero a los pocos minutos ya llevas el culo dormido y los brazos agarrotados de la tensión, y después de media hora tienes que parar a descansar. Y todo esto a la vertiginosa velocidad máxima de 50 o 60 kilómetros hora que es lo que daba el halcón milenario.

Pelillos a la mar estacionamos la moto en la entrada y pasamos a ver los más famosos monos del planeta. Son mínimos, un poco más grandes que una pelota de tenis y con los ojos gigantes y saltones. Pueden parecer muy dulces y apetece acariciarlos, pero las apariencias engañan. Se trata de uno de los monos más agresivos y territoriales, tiene afilados colmillos que clava en sus víctimas como alfileres en el cuello eliminándolos al instante. Los machos que se atreven a cruzar su territorio de una hectárea cuadrada !!! son atacados y mortalmente heridos con un mordisco en la nuca. Y no solo eso, también las hembras que no son atractivas sufren la misma muerte horrible. Si alguna vez te cruzas con un mono de estos, jamás, repito, jamás, te atrevas a tocarles.


A que suena a coña viendo la entrañable figurita agarrada a su ramita con sus adorables patitas y esos lindos ojitos que te miran diciendo abrázame? Pues es lo que decía el cartelito de la entrada. Eso y que George Lucas se basó en este monito para hacer el personaje de Yoda. Supongo que también se basaron en este mono para hacer el Gizmo de los Gremlin y si me apuras hasta los Furbys. Así que cierto o no, nos adentramos en la peligrosa jungla siguiendo a un osado guía que nos conduciría a la ramita de bambú donde se encontraba durmiendo este peligroso animal, al que estuvimos haciendo fotos a menos de 30 centímetros de su jeta. (Sin flash eh?, no fuera a ser que se desatara la furia del Tasier y nos clavara sus colmillos en la nuca, dándonos una merecida muerte).

La visita no dura más de 20 minutos, dependiendo de lo cerca que estén los monos de la luz ultravioleta que ponen para atraer a los insectos y que luego se los coman los monos y del tiempo que quieras recrearte haciéndoles fotos. Pero no hay mucho mas que ver. 2 o a lo sumo 3 monos y directo a la salida, con la sensación de haber cumplido una promesa hecha en 2012 de visitar estos lindos monitos cuando viniéramos de viaje a Filipinas. Y lo cierto es que merece la pena venir a ver a estos adorables monitos.
Cogimos la motillo de nuevo y en menos que canta un gallo nos pusimos de vuelta rumbo a Tagbilaran. Tagbilaran es la ciudad en la que se encuentra el aeropuerto, y es al menos más grande que el resto de pueblos de la zona. El tráfico es intenso y salvo por un único semáforo que nos encontramos, el resto de cruces se autogestionan siguiendo la ley del más fuerte, más grande, el que antes llega o el sálvese quien pueda. Pero el caso es que funciona. Tú te vas metiendo en el cruce según vas llegando y vas buscando tu huequecillo y zas, ya estás dentro y yendo en tu dirección.

Devolvimos el halcón milenario a Lando nada más llegar a la playa, y nos fuimos a comer. Nos pudo mas la curiosidad que el sentido común y caímos en la tentación de pedir un pez loro a la parrilla. Y lo cierto es que al menos nos sirvió para darnos cuenta de que el sabor no es nada del otro mundo, incluso mas bien se podría decir que no está muy bueno. Así que, si de algo sirvió al menos, es para advertir a otros de que no merece la pena comerse estos peces porque son mas bonitos dentro del agua y tampoco saben muy bien.

Unas cervezas después, un vodka con mango y alguna bebida mas de cuyo nombre no puedo acordarme, fueron el punto y final a un día muy divertido y completo. No podía faltar eso si el helado de rigor. Myriam fue a lo seguro con el helado de coco y claramente pinchó, puesto que ha sido el mas flojo de los probados hasta el momento. Yo me decidí por el de jackfruit, una fruta tropical de tamaño descomunal pero deliciosa. Todo un acierto. Lo malo de estos helados es que se te deshacen en segundos y mientras estás tirando la foto ya notas el chorrito bajando por la mano. Así que mañana otro diferente. Ya vamos agotando las opciones, pero el de jengibre picante tiene buena pinta....