lunes, 5 de enero de 2015

De despedida (no de soltero) en Boracay

Hoy es el ultimo día del viaje. Bueno, realmente aún nos quedan dos días de viaje de vuelta, ya que hacemos escala 9 horas en dubai y llegamos después de reyes, pero como tal, son las ultimas horas de disfrute de viaje de verdad. 

Yo me he levantado tempranito para ir a la magnifica playa privada que tenemos en el hotel. Esta playa está situada justo en el lado contrario de la isla a la white beach ( que el año pasado fue una de las 10 mejores playas del mundo según tengo entendido).

Es curioso que dependiendo de la época del año, el viento sopla de uno o del otro lado de la isla, haciendo que esta playa tenga un oleaje completamente distinto al de la playa principal de Boracay. 

A mi me dio un poco igual el oleaje y después de unos baños y un poco de lectura a la sobra para evitar quemarme como un guiri, me subí a uno de los miradores a hacer unas fotitos de recuerdo, porque es una de las mejores playas que he estado en mi vida. 

Otra de las cosas que tenía ganas de probar es el masaje Filipino. Por sólo 10 euros (500 pesos) y en la propia habitación, te dan un meneo que mas bien parece una paliza, aunque supongo que todos los masajes son iguales. Llegas con un leve dolor de una parte de la espalda... así como a la derecha, en medio, no, más abajo... y pensando que te van a dejar nuevo y acabas con moratones en la espalda y un dolor general que antes no tenías...Seguro que mañana estoy nuevo de la espalda, pero hoy me quejo como un viejete cada vez que me siento o me levanto de una silla. 


Ya mas bien a la hora de merendar que a la de comer nos fuimos a station 2 a probar el mejor bulalo que he comido en mi vida. 

Si no hubiera tenido arena de playa en los dedos me los hubiera chupado. (Lo cierto es que también es el primero, así que supongo que mi criterio no es muy valido en este sentido, pero el premio 2011 al mejor bulalo de Boracay supongo que avala este sitio). Se llama Smoke y está en un callejón cerca de la zona comercial “D mall” pero un poco mas apartada, junto a las tiendas locales y el mercado de carne, pescado y pollo.

De nuevo y para bajar la comida nos pegamos un paseito hasta Station 3. Allí encontramos sombrita, espacio en la playa ( un bien preciado y escaso aquí en esta época del año) y la mejor zona para bañarse de toda la playa ya que cubre mas que en el resto. Entre bañito y bañito esperamos el atardecer y la preciosa puesta de sol que nos regaló de despedida Boracay. 

De noche recalamos en nuestro sitio de cabecera, donde hemos cenado estas 3 noches y donde mas agusto nos hemos sentido. El restaurante Epic, station 2 “D Mall”. Totalmente recomendable tanto para comer como en su Happy Hour 2x1 de cervezas y cocktails. 

Y de cocktail a cocktail se nos hizo de noche, y hora ya de empaquetar los bártulos, recoger la ropa y empezar a pensar ya en el próximo destino. 



Filipinas nos ha sorprendido un poco menos que otros países de Asia pero nos ha gustado tanto o mas que cualquiera. Se ha hecho corto el viaje, gran parte debido al tiempo que se pierde en los desplazamientos, pero nos quedamos con la sensación de que hay mucho mas que ver y sobre todo con las ganas de volver a verlo. 

Hasta pronto Filipinas. 

De relax en Boracay

Que bien se duerme en una buena cama. Tenía planificado levantarme a las 5:30 para poder ver amanecer desde la playa privada que tiene nuestro hotel, pero cuando ha sonado el despertador me ha salido del alma un “5 minutitooos maaaas, por favor....” y así me he quedado durante 3 horas mas hasta que el sol ya bien alto nos ha despertado para ir a desayunar. 





El hotel en el que estamos es flipante. Es un recinto que rodea a un campo de golf profesional de 18 hoyos y las habitaciones se reparten a lo largo de unos 15 o 20 edificios a su alrededor, lo que quiere decir que hasta para ir a recepción necesitas llamar al de la furgoneta para que te recoja en tu casa y te lleve hasta allí. Que quieres ir a desayunar? Pues otra llamadita y a esperar transporte. 

La habitación que tenemos es casi mas grande que nuestra casa de Londres y la terraza da directamente al jardín, a mitad del hoyo 5 del campo de Golf. Alguna vez he pensado que si se le escapa una bola a alguno de los jugadores nos entra por la ventana, pero estamos bien flanqueados por unas cuantas palmeras, y además el personal que juega en este campo, a juzgar por sus equipaciones, tiene que ser profesional por lo menos. 
Lo cierto es que es algo que yo no entiendo. Venir a una isla tan bonita como esta y quedarte todo el día jugando al golf en un campo que te da igual si esta en una isla paradisiaca de filipinas como si esta en cuenca, pero también supongo que mucha gente pensara lo mismo del buceo, o de otras actividades. Yo me quedo con la playita de aquí y el ambientazo de la isla. Adoro Boracay. 






La playa principal White Beach se divide en 3 estaciones. Realmente es todo un continuo de azul celeste del agua y arena blanca y fina donde termina con unas palmeras de postal y un montón de chiringuitos de todos los gustos, muchos de ellos son la extensión de los propios hoteles de playa. 







Station 1 tiene los hoteles un poco mas pijos y grandes. La extensión de arena es también mayor y supongo que es una zona un poco mas de familias, relax y restaurantes de pasta. 

Station 3 está menos poblada de gente, cubre un poco mas el agua y por tanto es mejor para poder bañarte y nadar que las otras estaciones en las que te pasas andando un buen rato hasta que deja de cubrir. 



Es también la estación desde la que salen los barcos para darte unos paseitos o ir a otras islas (aunque no sé para qué si ésta es ya paradisiaca), y hay menos chiringuitos y hoteles boutique mas pequeños y algo mas baratos. 
Station 2 es mi favorita con diferencia. Ambientazo, mogollón de gente, chiringuitos de playa con mesas en la arena, música en directo, actuaciones, un montón de puestos de souvenirs y otros tantos de artesanía. Aquí todo el mundo curra de algo. No veras a nadie sentado rascándose la barriga. Y los que no tienen trabajo en establecimientos hosteleros se buscan la vida con alguna dedicación artística que les pueda reportar los codiciados pesos de los turistas. 



Hay gente pintando camisetas, haciendo colgantes de pasta de modelado, pulseras y otros avalorios con conchas, vendedores de perlas engastadas o sueltas, gente que te hace tu nombre con alambre o te lo pinta en una maderita en forma de llavero, gente que ejecuta coreografías con fuego, o que te alquila un traje de sirena para hacerte un book de fotos,  y gente que te vende abosolutamente de todo. Supongo que a mucha gente le cansará ver tanto vendedor ambulante, pero yo disfruto comprando, así que para mi es un placer tener tanta variedad. 

Entre medias hay calles comerciales como “D Mall” con tiendas de marcas occidentales y a precios occidentales. Porque que nadie piense que esto es barato. Una hamburguesa por 10 euros, un pescado por 15 y unos nachos por 8 son algunos ejemplos. 

Así se nos pasó el primer día, dando paseos por la playa, dándonos bañitos, tomando cervezas locales “Red Horse” (que es lo único barato de aquí) y disfrutando de la música y el ambiente de la isla. 

Mañana ultimo día.... 
 

sábado, 3 de enero de 2015

De viaje a Boracay


Madre mía que difícil es llegar hasta aquí. Taxi, avión, otro taxi, otro avión, furgoneta, barco, furgoneta y luego otra camioneta mas hasta la habitación. 

Desde las 6 de la mañana que salimos de nuestro hotel el Panglao, hasta las 5 de la tarde que llegamos a nuestra habitación del hotel de Boracay, y 7 medios de transporte después, por fin podemos relajarnos tras haber cumplido nuestra misión de trasladarnos del punto A al punto B sin contratiempos. 

El vuelo a la isla es en un pequeño aeroplano de hélices que se mueve mas que una veleta y cuyo aterrizaje pone los pelos de punta al mas pintado. 


Pero aquí estamos por fin, disfrutando de un hotelazo con una playa privada que quita el hipo y que disfrutamos nada mas llegar con un bañito postrero a la caída del sol, no sin cierto fresco por el vientecillo al salir, pero reconfortante después de tantas horas de viaje. 

Boracay es flipante. Es una playa paradisiaca kilométrica, llena de hoteles, chiringuitos de playa, bares, discotecas que primero son restaurantes, luego cafeterías de tarde y luego otra vez discotecas y cualquier otro tipo de establecimiento que se te pase por la cabeza. Un poco ibiza, pero mas lleno aun si cabe de turistas. 

Después de un paseito nocturno, unos Siomai (una especie de Dim sum) y un gulaman (exquisito zumo de no-se-qué con gominolas), algo de cena y un par de cerves, la cama nos llamaba a voces y acabamos rendidos a sus cantos de sirena. 

Mañana mas.